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viernes, 25 de septiembre de 2015

Pasa el tiempo, pasa la vida y el pobre blog va pagando el precio. Cada día creo descubrir un nuevo nivel de cansancio; las noches se hacen cortas y largas a partes iguales. Cortas en descanso, largas en vigilia. Mi pequeñote que dormía 8 horas de corrido empezó a despertar seguido. A veces MUY seguido. Un poco ansiedad de separación por mi vuelta al trabajo, un poco por los dientes, un poco por... no tengo idea.
Pero está bien, duerme poco, duerme a saltos, pero bien. Se ve bien, crece bien, está cada día más activo y cada día más encantador. Pesaba poco más de 9 kilos en su control de los 6 meses (que fue cuando ya tenía pasados los 7 meses) y ahora, un mes después, no me sorprendería si ya estuviera por sobre los 10.
A veces pienso que es inagotable, nosotros casi nos caemos del cansancio y él no sólo tiene ganas de más, sino que sigue tan feliz como si hubiera despertado hace 5 minutos.
Ya gatea, a la velocidad del rayo cuando quiere llegar a un punto específico. Cuando llevaba como medio día de experiencia gateadora empezó a tratar de encaramarse en las cosas; ya se afirma en sus rodillas y si lo dejamos, puede escalar la estufa sin problemas... y las sillas, y los muebles en general... Como dije antes, inagotable. Me encanta. Su energía me hace sonreír de sólo pensarlo, aunque admito que podría dormirme mientras lo acompaño en sus juegos si me dejo ir lo suficiente.

La vuelta al trabajo ha sido buena; el nuevo local me gusta mucho, mis miedos respecto a la higiene han sido disipados; tenemos absolutamente todo nuevo; adiós al lavavajillas con olor raro!! Tengo mucho por hacer y poco a poco voy ganando control de mis clientes, entendiendo qué han hecho las personas que me han reemplazado, aprendiendo, disfrutando. Lo que sí, ha sido muy sacrificado. A veces no sé cómo voy a seguir con este ritmo, a veces siento como si una flecha de acero me perforara el pecho por todas las horas que paso lejos de mi niño: me levanto a las 5 de la mañana, tomo el bus a las 6. Llego al trabajo alrededor de las 07:20 y trabajo hasta las 9. Ahí tomo alrededor de 20 minutos de pausa para extraerme leche. Más trabajo y almuerzo a las 12. Tenemos derecho a media hora pero trato de no ocupar más de 20 minutos. Más trabajo y luego segunda pausa de extracción de leche (20 minutos) alrededor de las 13. Con eso, logro salir de la oficina alrededor de las 14:50 para caminar -desesperadamente- al paradero y alcanzar el bus que debería salir a las 15:05, pero generalmente parte un par de minutos antes. Si logro alcanzar ese bus, llego a casa alrededor de las 16:15. Si no, puedo fácil llegar una hora más tarde. Regalonear lo que pueda con Snoopy, tratar de que me vacíe las tetas lo más que pueda, cenar y ya pronto son las 18 o 19, que es cuando ya toca acostarlo porque no da más del cansancio. Los días se me hacen nada, siento que me he perdido cosas importantes de su día a día, tengo miedo que nuestro nexo se debilite y me carga estar tan cansada que apenas si tengo energías para jugar con él. Pero más allá de mis sentimientos, nuestro sistema ha funcionado bien; Steffen ha hecho un trabajo excelente cuidando de nuestro bebé y en ese sentido realmente no tengo nada de qué preocuparme.

Ya no tengo muy claro cuantos dientes tiene mi niño. Dos abajo, al centro, más uno asomado según vi la última vez (rara vez se deja, el rebelde). Las paletas arriba; ambas asomadas y creciendo. La última vez que sentí con el dedo, me pareció que también le quería asomar uno al lado, pero no he podido comprobarlo visualmente.

Dice "ABÁ" "BÁ" "BABÁ" y a veces "APÁ". Una vez dijo "PAPÁ" y aunque creo que fue coincidencia, yo digo que cuenta igual como primera vez jeje.

Ha empezado a aplaudir, aunque aún de manera tosca.