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sábado, 25 de enero de 2014

Decir adiós.

Es difícil empezar a escribir esto. Hay tantas emociones mezcladas y tanto que decir, tanto que las palabras no alcanzan. Es increíble cómo todo puede cambiar tanto en tan poco tiempo. No sé exactamente cuantos días, pero alrededor de un mes. Eso fue todo lo que necesitamos. Un mes de incertidumbres, de dudas, de miedos, de ilusiones. De enamorarse y desenamorarse (más que por mantener los pies en la tierra que por falta de ilusión).

Y ahora... ahora de a poco empaco todo lo que me traje cuando me vine a Noruega hacen exactamente dos años. Dos años que viví en este pequeño apartamento en el sótano del que estoy pronta a despedirme para siempre. Para siempre en cursivas porque creo que esto que estamos haciendo es la mayor prueba de que nada es para siempre. A veces, muchas veces, pensé que íbamos a vivir aquí para siempre, que esto iba a durar una eternidad y más. Pero no. Dentro de unos días cerraré la puerta azul y negra por última vez y dejaré las llaves tras de mi.

Queda mucho por hacer, pero poco más que decir. Me podría haber ido de acá por un millón de motivos, aún cuando pensaba que siempre viviría acá. Es por eso que resulta tan extraño que sera porque...

¡¡¡¡¡compramos nuestra primera casa!!!!!

Así es, a mediados de diciembre vimos una casa hermosa en las afueras del pueblo la metrópolis de Stavanger (en el campo dicen acá, pero sólo es en una zona un poco más rural que Stavanger, moderna ciudad donde uno puede pasar de la universidad local al paseo de las vacas en cosa de metros). Una hermosa casa pareada en la última colina de una comuna que ha crecido bastante en los últimos años, ubicada a 25-30 minutos del centro de Stavanger.

La mirábamos casi todos los días, soñando e ilusionándonos; imaginándonos en la terraza de las fotos en verano, con el sol en nuestros rostros y un trago frío en la mano disfrutando de los sonidos -si no la música- del bosque con el que limita.
Planeando tiempos de viaje, y otros detalles de mayor o menor relevancia (viendo desde qué proveedor de electricidad tenía hasta posibilidades de jardines infantiles y escuelas por si alguna vez tenemos niños).
Imaginándonos el cuento completo alrededor de la casita amarilla, pero a la vez tratando de buscarle los defectos, las dificultades, los "no". Más que nada tratar de verla como lo que era: otra casa en venta que probablemente no podríamos comprar.

Fue así por varias semanas, a veces tenía miedo de volver a mirarla porque temía que ya la hubieran vendido (aún así la página de la casa en finn.no debe haber tenido como 50 visitas desde mis I.P.s por semana, por lo bajo). Me gustaba que estuviera allí, como una ilusión y una luz en los momentos que aún no eran muy buenos para mi.

Hasta que un martes de enero apareció una actualización en el anuncio diciendo que había fecha para verla. Ahí ya no la pensamos mucho, simplemente actuamos.
Fuimos al banco, supimos cuánto dinero podíamos pedir y tuvimos el corazón lo suficientemente frío para tener claro que muy posiblemente no la consiguiéramos (nuestro límite estaba apenas por encima del precio de venta). Fuimos a ver la casa el 14 de Enero. Steffen creo que se enamoró más. Yo la vi más real, mas tangible en sus cosas buenas y no tan buenas. Nos decidimos sin siquiera discutirlo. Creo que ambos sabíamos.
Al medio día del día siguiente -estando ambos en los respectivos trabajos- hicimos una oferta, esperamos y ya que nadie más ofertó (nos ahorramos un kilo y medio de estrés con eso), negociamos el precio (Steffen haciendo todo el trámite, yo actualizada y opinando a través de sus llamadas y mensajes) y llegamos a un acuerdo justo en el medio entre lo que ofrecíamos y lo que ella quería. Exactamente como podría haberlo soñado. El 15 de Enero, tal como anticipó mi colega/jefe, nos convertimos en propietarios de nuestra primera casa.

Por supuesto faltaba hacer todo el papeleo para hacer el asunto oficial, y eso fue lo que tocó esta semana. Lunes papeleo con el banco, martes papeleo con la corredora de propiedades y la -ahora- ex dueña.

Pronto nos cambiamos de casa, pronto dejamos atrás este pequeño lugar que, para bien y para mal, nos dio techo y abrigo por dos años a mi y por muchos más a Steffen.

El primer día se me hacía tan extraña la idea. Como que no me veía viviendo en otro lugar que no fuera acá -"claro, como si toda tu vida hubieras vivido acá", me decía a mi misma-. Tenía miedo de que no fuera cierto, de que de pronto fuera a despertar y me fuera a dar cuenta de que nada de esto era cierto. Pero si lo es y poco a poco la ansiedad me come cada vez más. Quiero estar ahí, quiero ver la casa nuevamente, con luz día, con el conocimiento de que es mi casa (aunque en realidad sea del banco y aún cuando terminemos de pagarla, sólo el 50% de ella será mio).

Quiero, directamente, llegar a nuestra casa y hacer de ella nuestro hogar.

martes, 21 de enero de 2014

Desintoxicación

Hace ya casi un año que quería dejar las pastillas anticonceptivas. Mi cuerpo me lo pedía de diversas formas; algo en mi me decía, que necesitaba parar.

Sin embargo, con el cuento de que no queríamos adelantar la extensión de la familia lo fui postergando y postergando, pero cada vez era más desagradable volver a la píldora después de la semana de descanso (mis pastillas traían placebos, pero me rehuso a meterme más cosas de las necesarias en el cuerpo, aunque sea puro talco).
Sentía, en resumen, que me estaba envenenando el cuerpo a propósito.
El tiempo pasó hasta que mi matrimonio colgaba de un hilo y, para qué mentir, tomar pastillas anticonceptivas no me parecía algo muy necesario en el momento. Ahí, en esa mala situación, tuve la oportunidad perfecta para dejarlas.
Las dejé de tomar y no miré atrás. Total, habiendo tanto método anticonceptivo no hormonal, no me voy a envenenar gratis, no más. No si hay otras opciones.

Entonces, empezó mi período de desintoxicación. Tenía expectativas bajas respecto a este proceso, pensaba que: o mi periodo seguiría siendo tan irregular como antes (cuando podía estar sin menstruar por hasta 11 meses), o que me iba a llegar como reloj, pero acompañada de dolores tremendos (según la experiencia de una conocida que estaba en período de "desintoxicación" la última vez que hablé con ella). Más allá de la frecuencia y el sufrimiento que podría venir asociado a mi ciclo, la verdad no me preocupé más allá. Total, si tenía que estar meses sin que me llegara, no me iba a quejar!

También pensé que me podría afectar el crecimiento de los vellos, que me iba a pasar como a Homer Simpson e iba a estar toda peluda nada más rasurarme, pero en realidad tampoco me partía la cabeza, total, no me iba a empezar a rasurar las piernas más de una vez por semana sólo porque sea necesario :P

Sin embargo, lo que pasó no fue ni lo uno ni lo otro; mi periodo llegó como reloj, sin una muestra de dolor y las piernas me duran un poquito más sin empezar a raspar (milagro!).

Lo que sí pasó fue que en menos de un mes me salieron más espinillas que en toda mi adolescencia (de verdad, en esos años no recuerdo más de 5 espinillas en mi cara, onda una por año o algo así y de pronto me vi con 3 o 4 brotes simultáneos con casi 30 años) y, lo que es peor, una serie de "bultos" en la piel de la cara, cuello y hombros, como piel de gallina pero menos evidente para todos menos para mi. Para mi tacto y mis ojos, ¡mi piel se sentía como lija!

Entonces, y dado que me merecía cuidar de mi misma y regalonearme un poquito, fui a una tienda de artículos de belleza y le pregunté a la niña qué me podía recomendar para la piel y, cuando logró visualizar qué era lo que estaba mal con mi piel (ya dije que no era tan evidente para el ojo desinformado), me recomendó un set de cremas de Dr. Hauschka, marca que en mi vida había escuchado. Y así fue como terminé gastando casi kr 1000,- en 4 frascos de cremas y aguas-de-no-sé-qué (ninguno de más de 250 mL) para el cuidado de la piel. Yo, la que en la vida se ha comprado una crema de cara de más de CLP$5000 / kr 50,- solo por una cuestión de principios.
Y saben qué?
No podría estar más satisfecha con mi compra. La piel me mejoró de forma inmediata; al otro día apenas tenía rastros de las espinillas y todo rastro de los bultos de mi cara habia desaparecido. Totalmente recomendadas si alguien se ve con problemas similares. Grande la inversión pero me valió la pena 100%.

El Sterilan no es parte del set, ese es de Steffen.
Nota: Acabo de ver y en internet están en promoción a mitad de precio. Ojalá dure la oferta hasta que me toque comprar nuevamente, aunque las seguiré comprando aún a precio normal.

Entonces, la conclusión principal de este relato sin mucho interés para el lector común es: es bueno escuchar a nuestro cuerpo. La segunda conclusión es que vale la pena invertir en uno mismo, sobre todo cuando es en cosas de salud/bienestar.

sábado, 4 de enero de 2014

Otra idea para este año.

Una de las cosas que quiero hacer este año es deshacerme del Facebook. Pero no me refiero a cerrarlo, sino a definitivamente desconectarme de él, y para eso en realidad no necesito tanto cerrarlo como necesito desvincularme de esa "necesidad" de revisarlo aunque no pase absolutamente nada interesante en él por semanas.
Para ello, los pasos a seguir son simples: primero, borro toda información mía o publicada por mi que pueda (lástima que no se pueda controlar quién sube fotos tuyas donde se les ocurra), luego eliminar todos los "amigos" de cuyas vidas no me interesa saber (un 70-80%) y de ahí estar por un tiempo viendo qué tal va. Si aún así sigue sin interesarme, y a la vez con el bichito de revisarlo porque si (como cuando uno va a abrir el refrigerador así porque si, sin tener hambre ni saber por qué), entonces lo eliminaré completamente y ocuparé mi tiempo en algo más productivo, como volver a ponerme las pilas con el blog, o leer los varios libros que tengo apilados para después, o por último mirar Pinterest, que es muucho más interesante.
Alguien más que use Pinterest? Mi usuario es /susugogo.