(si quieres leer la primera parte, pincha aquí: Parte I)
Creo que eran alrededor de las 4:30 de la madrugada cuando llegamos al hospital. Supongo que fue en el camino que le avisé a la familia en Chile. En el hospital me conectaron de inmediato al monitor de latidos y contracciones. Todo está bien con el bebé. Es lo único que entiendo del monitor y, sinceramente, lo único a lo que le pongo atención, pero después me "entero" de que estoy teniendo contracciones leves pero frecuentes que podrían sugerir que se acerca el parto. Como para entonces estoy de 34+1 semanas, no detendrán el parto si es que este empezara (lo hacen sólo hasta las 34 semanas, estoy justo sobre el límite). Me ve el médico, una ecografía rápida muestra que el bebé y la placenta se encuentran bien, y no hay causa aparente para el sangrado (aunque con menor intensidad, no he parado de sangrar). El médico pregunta por mi historial, cosas más, cosas menos... y casi al final, a pesar de que yo no lo veía tan importante y sólo tenía pensado mencionárselo a la matrona en el control que tenía a mediados de enero, le cuento que desde fines de diciembre andaba con una picazón bien intensa en todo el cuerpo, pero especialmente en manos y pies (había pasado varias noches en vela rascándome y rascándome la planta de los pies o la guata, y mi ya mamá me había dicho que podría ser colestasia, algo que ella vio mucho mientras estuvo hospitalizada por pre eclampsia cuando estuvo embarazada de mi hermano).
Me dejan ingresada. Steffen se puede quedar conmigo, pero no mi hermana. Afortunadamente mi suegra vive a no más de 15 minutos del hospital y mi hermana, valiente y aperrada como pocas, no tiene problema en tomar un taxi sola hacia su casa, a pesar de que sólo ha ido ahí una vez antes en esta visita (yo hasta hoy no me atrevo a tomar taxis sola en la noche, menos a un lugar que no estoy segura como llegar). Llega bien donde mi suegra, ella ya ha preparado el dormitorio de invitados. Para entonces ya son pasadas las 6 de la mañana.
Creo que eran alrededor de las 4:30 de la madrugada cuando llegamos al hospital. Supongo que fue en el camino que le avisé a la familia en Chile. En el hospital me conectaron de inmediato al monitor de latidos y contracciones. Todo está bien con el bebé. Es lo único que entiendo del monitor y, sinceramente, lo único a lo que le pongo atención, pero después me "entero" de que estoy teniendo contracciones leves pero frecuentes que podrían sugerir que se acerca el parto. Como para entonces estoy de 34+1 semanas, no detendrán el parto si es que este empezara (lo hacen sólo hasta las 34 semanas, estoy justo sobre el límite). Me ve el médico, una ecografía rápida muestra que el bebé y la placenta se encuentran bien, y no hay causa aparente para el sangrado (aunque con menor intensidad, no he parado de sangrar). El médico pregunta por mi historial, cosas más, cosas menos... y casi al final, a pesar de que yo no lo veía tan importante y sólo tenía pensado mencionárselo a la matrona en el control que tenía a mediados de enero, le cuento que desde fines de diciembre andaba con una picazón bien intensa en todo el cuerpo, pero especialmente en manos y pies (había pasado varias noches en vela rascándome y rascándome la planta de los pies o la guata, y mi ya mamá me había dicho que podría ser colestasia, algo que ella vio mucho mientras estuvo hospitalizada por pre eclampsia cuando estuvo embarazada de mi hermano).
Me dejan ingresada. Steffen se puede quedar conmigo, pero no mi hermana. Afortunadamente mi suegra vive a no más de 15 minutos del hospital y mi hermana, valiente y aperrada como pocas, no tiene problema en tomar un taxi sola hacia su casa, a pesar de que sólo ha ido ahí una vez antes en esta visita (yo hasta hoy no me atrevo a tomar taxis sola en la noche, menos a un lugar que no estoy segura como llegar). Llega bien donde mi suegra, ella ya ha preparado el dormitorio de invitados. Para entonces ya son pasadas las 6 de la mañana.
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