Será hace no más de un par de días que logré poner en palabras esta ambivalencia que siento respecto a estar embarazada.
Eso de disfrutarlo y no disfrutarlo al mismo tiempo, de sentir fascinación e incomodidad a partes iguales, de sentir orgullo y pena simultáneamente.
El punto es que todo lo que tenga que ver exclusivamente con bebé se siente lindo; sentir sus patadas, sentir su cabecita presionándome las costillas; tratando de hacerse más espacio dentro mio, sentir cómo reacciona a la comida y a la voz de mi marido, y a la música que escuchamos juntos, y a la crema humectante que el marido me aplica todas las noches en la panza... o cómo responde una vez más cuando yo presiono de vuelta el lugar donde recién ha pateado... Toda esa parte me encanta y no la cambiaría por nada. Incluso adoro su dulce protesta (a patadas, por supuesto) cuando no le gusta la posición en la que pruebo dormir. Imaginar qué parte de su cuerpecito pequeño es la que está forzando contra mi piel, o tratando de dilucidar cómo rayos se ha doblado cuando de pronto parezco un cupcake, con la panza toda puntuda y concentrada en un solo lugar. Son las cosas que hacen mi día a día la cosa más linda en la que puedo pensar.
Sin embargo está la otra parte, la parte de todo lo que involucra el proceso en mi cuerpo; la piel que se estira como un globo: el sentir que en cualquier momento me van a empezar a salir estrías (aun recuerdo la sensación cuando sentí una de ellas formándose en mis caderas durante mi adolescencia temprana, no fue nada lindo), sentir que de pronto el útero se me va a salir de lugar de tanto que se mueve el niñito... sentir este puto dolor de caderas que a veces me quita la alegría del día a día... Para qué decir que no es fácil sentirse sexy con un embarazo, y no tiene tanto que ver con el pequeño humano que cargo en la parte frontal, sino con más con el dolor, con el gas, con la nariz seca y llena de mocos/sangre todo el tiempo, con la leche brotándome de los pechos como si estuviera en el clímax del amamantamiento, con mi nuevo y recién estrenado ronquido al dormir... Pura sensualidad de mujer jejejeje.
Obviamente trato de tomarme todo de la mejor manera, pero hay veces en que, como dije en otro post, siento que a mi cuerpo le queda grande el embarazo. No me siento débil, pero sí me siento delicada.
Entre las cosas por las que trato de reírme más que de acomplejarme es el tema de tener tanto gas todo el tiempo, es que es una cosa espantosa y se menciona en sitios especializados pero nunca te lo dicen así con datos crudos, es una cosa de tener gas toooodo el tiempo! ¡me parece casi publicidad engañosa! Tanto que suelo pensar que "la cosa que nunca nadie te enseña, y que yo debería transmitir a futuras embarazadas, es que todo momento en privado es un buen momento para liberar un poco de gas". En serio, es la enseñanza que quiero transmitir a todo aquel que pase por el tema maternidad que últimamente está abordando este blog.
Eso de disfrutarlo y no disfrutarlo al mismo tiempo, de sentir fascinación e incomodidad a partes iguales, de sentir orgullo y pena simultáneamente.
El punto es que todo lo que tenga que ver exclusivamente con bebé se siente lindo; sentir sus patadas, sentir su cabecita presionándome las costillas; tratando de hacerse más espacio dentro mio, sentir cómo reacciona a la comida y a la voz de mi marido, y a la música que escuchamos juntos, y a la crema humectante que el marido me aplica todas las noches en la panza... o cómo responde una vez más cuando yo presiono de vuelta el lugar donde recién ha pateado... Toda esa parte me encanta y no la cambiaría por nada. Incluso adoro su dulce protesta (a patadas, por supuesto) cuando no le gusta la posición en la que pruebo dormir. Imaginar qué parte de su cuerpecito pequeño es la que está forzando contra mi piel, o tratando de dilucidar cómo rayos se ha doblado cuando de pronto parezco un cupcake, con la panza toda puntuda y concentrada en un solo lugar. Son las cosas que hacen mi día a día la cosa más linda en la que puedo pensar.
Sin embargo está la otra parte, la parte de todo lo que involucra el proceso en mi cuerpo; la piel que se estira como un globo: el sentir que en cualquier momento me van a empezar a salir estrías (aun recuerdo la sensación cuando sentí una de ellas formándose en mis caderas durante mi adolescencia temprana, no fue nada lindo), sentir que de pronto el útero se me va a salir de lugar de tanto que se mueve el niñito... sentir este puto dolor de caderas que a veces me quita la alegría del día a día... Para qué decir que no es fácil sentirse sexy con un embarazo, y no tiene tanto que ver con el pequeño humano que cargo en la parte frontal, sino con más con el dolor, con el gas, con la nariz seca y llena de mocos/sangre todo el tiempo, con la leche brotándome de los pechos como si estuviera en el clímax del amamantamiento, con mi nuevo y recién estrenado ronquido al dormir... Pura sensualidad de mujer jejejeje.
Obviamente trato de tomarme todo de la mejor manera, pero hay veces en que, como dije en otro post, siento que a mi cuerpo le queda grande el embarazo. No me siento débil, pero sí me siento delicada.
Entre las cosas por las que trato de reírme más que de acomplejarme es el tema de tener tanto gas todo el tiempo, es que es una cosa espantosa y se menciona en sitios especializados pero nunca te lo dicen así con datos crudos, es una cosa de tener gas toooodo el tiempo! ¡me parece casi publicidad engañosa! Tanto que suelo pensar que "la cosa que nunca nadie te enseña, y que yo debería transmitir a futuras embarazadas, es que todo momento en privado es un buen momento para liberar un poco de gas". En serio, es la enseñanza que quiero transmitir a todo aquel que pase por el tema maternidad que últimamente está abordando este blog.
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